Publicado el 04 julio, 2024

El esguince de tobillo es la afección más frecuente de dicha articulación. Afecta a jóvenes principalmente, debido a la mayor tendencia a la práctica deportiva. Dentro de los jóvenes, es más frecuente en el género femenino por la tendencia natural a la laxitud articular.

La clasificación en grados de un esguince evidencia la gravedad de los daños causados.

• Grado I: Distención leve de las fibras ligamentosas, sin rotura de las mismas, leve inflamación, sensibilidad y ligera impotencia funcional. Requiere de tratamiento conservador leve.
• Grado II: Distención de las fibras con rotura parcial de las mismas, leve o moderado hematoma, sensibilidad e impotencia funcional importante. Requiere de un tratamiento conservador más intenso.
• Grado III: Distensión con rotura total de las fibras. Importante edema, hematoma e impotencia funcional total. Suele necesitar tratamiento quirúrgico.

El tiempo de recuperación de un esguince dependerá del grado de la lesión pero, independientemente del grado, es importante evitar tener un nuevo esguince durante un periodo de tiempo en torno al año desde el primer esguince.

Existen muchos factores asociados a la inestabilidad de tobillo. Uno de los más importantes son las recidivas en cortos periodos de tiempo. Importante también es el trabajo de fortalecimiento y control del equilibrio tras el primer esguince.

Tradicionalmente se ha asociado la buena recuperación de un esguince con el reposo, la inmovilización de la articulación y el uso de tobilleras o vendajes que protejan la zona. Las tendencias y estudios actuales nos alejan un poco de esta visión, demostrando que el tratamiento precoz con movilidad controlada y el fortalecimiento muscular ofrece una recuperación mucho más eficaz a largo plazo, evita recaídas y su consecuente inestabilidad. 

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